viernes, 5 de marzo de 2010

Falsa integración en la escuela pública


No escribo, escribo poco y nada. Soy de pocas ideas. Me salen mejor dichas, habladas: a veces las grito. Hoy quería hablar de la falsa integración en la escuela pública. Desde hace dos años y medio, tengo la suerte de dar clases y más suerte tengo porque trabajo en escuelas donde los docentes recibidos no quieren trabajar. Doble suerte. Digo doble suerte porque mis alumnos son como yo. Tienen una adolescencia y una infancia muy similar a la mía. Yo me críe en un barrio donde estaban a los tiros, donde mis compañeras de escuela quedaban embarazada a los 15, usaba zapatillas heredadas de alguien a quien nunca conocía y tenía suerte si eran mi número y mucha más suerte si me gustaban. Mis primeras zapatillas de marca fueron Adidas pero las compré en el Ejército de Salvación a 5 pesos. Con esas zapatillas iba a cursar al Joaquín cuando recién empecé y se gastaron las suelas porque usaba los pies para frenar la bicicleta que no tenía frenos. Los primeros años del Joaquín llegaba embarrada porque trabajaba, a veces, en un correo y con eso gambeteaba los apuntes.

Quería hablar de la falsa integración. ¿Saben algo? A veces, es un discurso de la derecha esto de la integración. El otro día me pelee con una directora por eso. De esas directoras pintaditas y prolijas con taquitos que nos hablan a los docentes y nos acusan de todo. Me pelee porque, a veces, aceptan hasta 3 veces en un mismo curso a un chico que repite. Hasta ahí no hay nada de malo, podemos decir, que todos tienen derecho. Pero muchas veces, la mayoría de las veces, este chico maltrata a sus compañeros y les enseña ciertos vicios de la escuela (fisuras de los adultos que la componemos): como que se puede llegar tarde, usar la ropa que se quiere, usar el celular o elmp3, que se puede hacer lo que se quiere porque “no pasa nada”, etc. Y esto se hace en nombre de la integración. Falso. Las razones: miedo a los padres, cierre de cursos, etc. Me gusta decir que no se los integra que, en realidad, se los margina de la sociedad. ¿Cómo van a hacer estos chicos para insertarse en el mundo laboral o en alguna facultad cuando terminen la secundaria? ¿Los docentes y directivos llevaríamos o llevamos a nuestros hijos a estas “escuelas que integran”? En mi caso no, Felipe va a una escuela subvencionada (gran derrota ideológica para mí) porque en la mayoría de las escuelas primarias de La Boca los chicos salen apenas leyendo.

Quería compartir esto porque yo me formé en una escuela pública y tuve y tengo la oportunidad de estudiar y trabajar. Porque no quiero que le sigan quitando oportunidades a mis alumnos, en nombre de una integración inexistente. Y, también, quizás un poquito egoísta yo, porque, tal vez, hablando esto, me den ganas de dar esos finales que en Marzo del 2011 se vencen y que, ahora, me parecen tan lejanos a lo que veo cuando empiezo a dar clases.

(Ya sé que mi sintaxis es mala pero las cosas las digo siempre como puedo. Es parte de esa nena de zona sur que fui, que soy y que voy a ser siempre)

3 comentarios:

  1. Es que "integración" es un concepto nuevo definido por el "poder". Integrar en una marginalidad, en una orilla donde se aglutina la masa tratando de sobrevivir. En donde pagan para permanecer en la orilla...
    W

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  2. lo que pasa es que nuestro gremio docente (que se dice de izquierda) son los que tienen el discurso de que los piensan como nosotros tenemos una ideologia de derecha. y es así como dicen que discriminamos a los que ellos dicen que se necesitan integrar. eso pasa con estas políticas que son funcionales a la derecha...
    cosa difícil de desterrar de nuestro país. Emilia

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  3. Pero no me acostumbro. Quiero no ser cómplice.
    Már

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